Descripción
¿Imaginas que de repente despiertas, no sabes qué te ha pasado, y que deidades del inframundo de varias civilizaciones antiguas pretenden cautivarte para llevarte consigo? Esto es lo que le ocurre a Jeremías, un oficinista mediocre de la Ciudad de México. La egipcia Amentet, el griego Hades, el hindú Iama y la mexica Mictecacíhuatl le ocultan la verdad y se baten en duelo por conquistar su alma. Pero la Catrina, símbolo por excelencia de la festividad de muertos mexicana, es más astuta que todos ellos juntos: la diversión y las risas están aseguradas. De esto trata Curado de piñón para aliviar el corazón, la obra de teatro que Hugo Ortega Vazquez escribió para el Día de Muertos.
Es una de las fiestas mexicanas con más tradición: Día de Muertos. Su origen es precolombino: para la cosmovisión de mayas, mexicas y otros pueblos de lo que hoy es México era de vital importancia honrar a sus difuntos en su viaje al inframundo y en su estancia allá. Cuando llegaron los conquistadores, esta festividad se sincretizó con la religión católica y se la hizo coincidir con el día de Todos los Santos. La película Coco refleja muy bien esta celebración mexicana.
Muchas culturas de la antiguedad alrededor del planeta tenían, al igual que los pueblos prehispánicos, la concepción de un mundo más allá de la muerte: egipcios, griegos e hindús coinciden en muchas cosas con el inframundo azteca. Y son estas similitudes las que Hugo Ortega Vazquez ha entrelazado de manera graciosa y ocurrente en su obra de teatro.
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